viernes, 27 de noviembre de 2009

Iglesia Anglicana


La presencia anglicana en Chile se remonta a los años 1830, con la llegada del capitán inglés Allen Gardiner, quien tenía la visión de evangelizar a los indígenas en el sur. También por esa época, las pequeñas pero influyentes comunidades británicas obtienen permisos oficiales para celebrar discretos cultos en los consulados y en los buques ingleses. La primera iglesia construida es la de St. Paul’s ( San Pablo )en Valparaíso, que inauguró sus servicios en 1869.
En la actualidad la Iglesia Anglicana en Chile constituye una “Diócesis”, la que pertenece a la Provincia del Cono Sur de América, junto con las diócesis de Argentina, Argentina Norte, Bolivia, Paraguay, Perú y Uruguay. Las provincias anglicanas son autónomas, pero están unidas por lazos de afecto y lealtad con la Comunión Anglicana y con el Arzobispo de Canterbury. El Arzobispo convoca, cada 10 años, a la Conferencia de Lambeth, en Canterbury, Inglaterra. Esta es una reunión de todos los obispos anglicanos y tiene un carácter consultivo.
La Iglesia Anglicana tiene como máxima autoridad el Sínodo, instancia que reúne a miembros laicos y clérigos, representando a las iglesias de las distintas regiones del país.
El Sínodo se celebra cada tres años. Este elige una “comisión permanente” que se reúne tres o cuatro veces al año.
En el ministerio, se consideran las órdenes tradicionales de la Iglesia cristiana: Obispos, Presbíteros y Diáconos. Cada Iglesia local tiene un pastor a quien reconoce como la autoridad que encabeza los aspectos espirituales y ministeriales. Los obispos son elegidos mediante un proceso de selección y consulta, que finalmente dirime un Colegio Electoral, de amplia representación. En Chile hay también un Obispo auxiliar para la zona sur, el Revmo. Abelino Apeleo Puel.

Su Doctrina


Los 39 Artículos de Religión, que expresan la doctrina oficial de la Iglesia Anglicana de Chile, tomaron, para todo efecto práctico, su forma actual en el año 1571 en Inglaterra. Fueron la obra de un movimiento teológico que abrazó el enfoque bíblico de la reforma y quiso excluir enseñanzas incompatibles con la revelación bíblica provenientes tanto de la iglesia medieval como de algunas tendencias radicales de la reforma. No son un compendio pleno o sistemático de creencias, sino una declaración de la postura de la Iglesia inglesa sobre algunos de los puntos principales que fueron discutidos en aquel tiempo.

Artículos del 1 al 5 "Dios Uno y Trino"

Estos artículos expresan la compresión bíblica ortodoxa y tradicional de la Iglesia de la naturaleza de Dios en su carácter esencial y su perfecta manifestación en Jesucristo

Artículos del 1 al 5 "La Regla de Fe"

Estos definen la fuente fundamental y final de autoridad en cualquier asunto de religión y la ubican en la Biblia.

Ni la iglesia ni el individuo pueden adjudicarse el saber la verdad absoluta de Dios, excepto hasta donde ambos son específicamente instruidos por la enseñanza de la Palabra de Dios y se basan firmemente en ella.

Artículos 9 al 18 "La Vida Cristiana Personal"

Justificación (9-14)Comenzando con la naturaleza del pecado, estos artículos enseñan que los seres humanos no pueden lograr su propia salvación. La predisposición hacia el pecado es una característica universal y fundamental de la naturaleza humana. Ponen énfasis en el hecho de que una fe viva en Jesucristo es el único camino a la salvación. Esta no puede ser jamás premio al mérito nuestro, sino que todo es el resultado del favor inmerecido de Dios hacia nosotros.

La Santificación (15-18)El cristiano convertido y comprometido es todavía un pecador: caerá y tendrá que arrepentirse. Las buenas obras deben caracterizar el comportamiento cristiano, pero nunca pueden proveernos méritos que justifiquen nuestra salvación. La forma pastoral en que el art. XVII trata el tema complicadísimo de la predestinación es digno de elogió; pero tal vez el artículo más relevante para hoy sea el que lo sigue en que se enfatiza de nuevo que ni las buenas intenciones ni las buenas obras serán suficientes para conseguir la salvación: ésta se encuentra solamente en Cristo.

Artículos 19 al 36

Su propósito fue el de clarificar la enseñanza bíblica en contraste con la enseñanza de la Iglesia de Roma por un lado y de los Anabaptistas por el otro lado. En algunos casos se hace referencia a doctrinas y prácticas específicas.

La Iglesia y el Ministerio (19-24)
En particular tratan las limitaciones de la Iglesia como institución humana que puede errar. La Iglesia organizada tiene una autoridad legítima en asuntos secundarios de gobierno y práctica de la adoración, pero tal autoridad es siempre secundaria a la Palabra de Dios. Por esta razón no puede introducir nuevas doctrinas o demandar fe en cosas que la Escritura no enseña claramente.
Una de las funciones de la Iglesia es mantener el debido orden en el ministerio y nadie debe ejercer un ministerio solamente porque él siente un llamado: este debe ser ratificado por la comunidad.

Los Sacramentos (25-31) Los sacramentos dependen de la gracia de Dios por su intermedio el Señor obra en el cristiano. Queda claro que, para los anglicanos, son solamente dos los sacramentos instituidos por Dios. Además, aunque su eficacia depende de la gracia de Dios, es preciso usarlos dignamente y con fe para poder conseguir plenamente los beneficios que ellos significan. El tema de la Santa Comunión fue tan discutida que fue necesario dedicar cuatro artículos a él.


Problemas de Disciplina en la Iglesia (32-36)No hay un tratamiento , sino que se define la respuesta anglicana a cinco problemas específicos: los clérigos tienen derecho a casarse; la excomunión y sus consecuencias prácticas; las tradiciones de la Iglesia; normas para doctrina sana, y la validez de las ordenaciones anglicanas.

Artículos del 37 al 39 "La Iglesia y el Estado"


Estos artículos finales ayudan a definir las distintas esferas y jurisdicciones de las autoridades civiles y eclesiásticas. Dadas las grandes diferencias entre las condiciones sociales y políticas del siglo XVI y del XXII, es la sección que necesita de más complementación que cualquier otra.


Puntos de Encuentro

Ambas Iglesias creemos en la Santísima Trinidad, la Iglesia Anglicana dice sobre este tema en su artículo I “Hay un solo Dios vivo y verdadero, eterno, sin cuerpo, partes o pasiones; de infinito poder, sabiduría y bondad; el creador y conservador de todas las cosas tanto visibles como invisibles. Y en la unidad de esta naturaleza Divina hay tres personas de una misma substancia, poder y eternidad: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo”

En lo que se refiere a lo que se afirma en nuestro Credo, existe bastante similitud entre la doctrina Anglicana y la Católica, Afirmando:

õ Que Cristo descendió a los infiernos
õ El Espíritu Santo y el Hijo es de una misma substancia, majestad, y gloria, con el Padre y con el Hijo, verdadero y eterno Dios

A su vez la Iglesia Anglicana afirma su creencia en los 3 credos, notando por lo investigado que su credo de los Apóstoles es similar al de la Iglesia Católica, cuya diferencia está en la frase que afirma la creencia en la Iglesia, quedando de esta manera dicha frase: “Creo en el Espíritu Santo, la Santa iglesia universal,”


Puntos de Desencuentro


Uno de los mayores puntos de desencuentros está en la justificación, la Santificación y Los Sacramentos, de los cuales solo consideran válidos el del Bautizo y Cena del Señor:

La Justificación

Comenzando con la naturaleza del pecado, los artículos del IX al XIV enseñan que los seres humanos no pueden lograr su propia salvación. La predisposición hacia el pecado es una característica universal y fundamental de la naturaleza humana. Ponen énfasis en el hecho de que una fe viva en Jesucristo es el único camino a la salvación. Esta no puede ser jamás premio al mérito nuestro, sino que todo es el resultado del favor inmerecido de Dios hacia nosotros.

La Santificación

Los artículos de XV al XVIII indican que el cristiano convertido y comprometido es todavía un pecador: caerá y tendrá que arrepentirse. Las buenas obras deben caracterizar el comportamiento cristiano, pero nunca pueden proveernos méritos que justifiquen nuestra salvación. La forma pastoral en que el art. XVII trata el tema complicadísimo de la predestinación es digno de elogió; pero tal vez el artículo más relevante para hoy sea el que lo sigue en que se enfatiza de nuevo que ni las buenas intenciones ni las buenas obras serán suficientes para conseguir la salvación: ésta se encuentra solamente en Cristo.

Los Sacramentos
Los sacramentos instituidos por Cristo no solamente son señales de la profesión de los Cristianos, sino más bien testimonios ciertos y signos eficaces de la Gracia y buena voluntad de Dios hacia nosotros, por las cuales obra Él invisiblemente en nosotros, y aviva no sólo nuestra fe, sino que también la fortalece y confirma.

Dos son los sacramentos ordenados por nuestro Señor Jesucristo en el Evangelio, a saber: el Bautismo y la Cena del Señor.

Aquellos otros cinco comúnmente llamados sacramentos, a saber: confirmación, penitencia, orden, matrimonio y extremaunción, no deben reputarse sacramentos del Evangelio, habiendo en parte emanado de una imitación pervertida de los Apóstoles, y siendo en parte estados de vida aprobados en las Escrituras; pero que no tienen la esencia de sacramentos, como la tienen el Bautismo y la Cena del Señor, porque carecen de signo alguno visible o ceremonia ordenada de Dios.

Los sacramentos no fueron instituidos por Cristo para ser mirados o llevados en procesión, sino para que los usásemos debidamente. Solamente producen el efecto saludable en aquellos que los reciban dignamente; pero los que indignamente los reciben adquieren para sí mismos condenación, como dice san Pablo.

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